Profesor emérito de la Universidad del Salvador. Ex Profesor de Ciencias Políticas, de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Pisa. Miembro de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Miembro asociado del Center for Artificial Intelligence and Cognate learning of the University of Greenwich, Miembro de la “European Association of Legislation”, Miembro Honorario del Circolo di Giuristi telematici,. Miembro del EspNet Network Europeo de Ciencia política, .

Entre la ira y la indiferencia: vigilancia y cuidado.

Publicado en La Rayuela, julio 2010

Estoy en Europa y la crisis ha pegado fuerte. Como en todos los momentos de crisis asoman las propiedades de los pueblos acentuadas. No digo ni defectos ni virtudes, solo propiedades para que se pueda entender de manera priva de emociones valorativas.


Entonces cuento: hay poco trabajo en casi toda Europa, por lo tanto se ve muy mal a los “no europeos” , llamados “extracomunitarios” que hacen trabajos que podrían hacer los europeos. Viajo en medios públicos de transporte: la mayor parte de los extracomunitarios no paga el boleto y los europeos se enfurecen porque ellos pagan los impuestos. En Inglaterra y Francia hay comunidades extracomunitarias desde hace mucho tiempo, venían de las colonias. Cada tanto hay grescas, violentos enfrentamientos, la policía reprime con fuerza, los extracomunitarios queman autos, rompen edificios públicos, teléfonos, estaciones de tren. No se llega a la guerrilla urbana, pero se está cerca. Italia, España, Alemania son mas noveles en esto. En la ultima la comunidad turca es enorme y son discriminados y se auto discriminan en comunidades cerradas. En Italia y España, la buena situación hasta hace poco tiempo creaba una actitud “buonista” (de “bueno” pero algo tonto) que ayudaba a los vendedores ambulantes realmente cargosos e insoportables. Hoy son mirados con desconfianza y crece el odio porque goza de todos los privilegios y no paga ninguno de los agravios.

En el Aventino, en Roma, frente a la iglesia de San Anselmo hay mucha gente: italiana, y no, que esperan pacientemente el mediodía para que abran el comedor gratuito. Aquí todavía la abundancia no produce roces, pero la “gente bien” del lugar no goza del espectáculo.

El caso curioso es Portugal: no hay ni pedigüeños ni vendedores extracomunitarios cargosos. Pregunto a personas de la ciudad y a distinguidos colegas universitarios y la respuesta es la misma: somos pobres, no tenemos nada para dar, si alguien quiere venir a trabajar, que venga y trabaje.

¿Porque estas reflexiones para gente de Devoto y aledaños? Porque la primera reacción frente al uso y abuso de quienes no tienen derecho es la ira. Este cronista es profesor jubilado italiano y sigue investigando y realizando proyectos europeos y paga impuestos que llegan al 40 % de sus ingresos. Pero – decían los griegos - los dioses antes de destruir a un hombre lo vuelven iracundo. Que gano con la ira? Hacerme mala sangre y poner en riesgo mi salud. La indiferencia? Es de los vencidos, de los que luego se preguntan porque están asi. Mientras buscaba puntos intermedios, recordé el comienzo de una vieja encíclica papal “Vigilante cura…” Si, esa es la solución: estar informados, vigilantes para que las cosas desagradables que nos suceden como ciudadanos no se nos huyan, y al mismo tiempo tener el cuidado de saber a quién dirigirse para indicar qué a fin que se resuelva el problema. Y si no es asi, hacerse promotores de acciones de reparo, de anticipación y de seguimiento.

Y esto no es ni de derecha, ni de izquierda. Si queremos tener una comuna (la 11 es la nuestra) no esperar que sucedan las cosas, o una vez sucedidas exaltarse o encogerse de hombros: hay que estar despiertos, con espíritu barrial serio y no permitir que los de afuera, o los propios administradores o los que tienen algo que ver con nosotros nos priven de nuestros derechos, nos arrebaten la tranquilidad, nos priven de la seguridad y el bienestar por el que bregamos cada día para nosotros y nuestra familias. Ni iracundos, ni indiferentes: ¡presentes! Esto es con los ojos bien abiertos, no esperando que se produzcan los hechos desgraciados, sino anticipándolos, como la lucha por los eucaliptos centenarios del Paseo de los recuerdos, y con cuidado, mucho cuidado en defender lo que es nuestro: tranquilidad, ambiente, fuentes de trabajo, lugares de recreo, seguridad diurna y nocturna. Vigilancia y cuidado